Por Fabiola Narváez
En este tiempo dentro del programa Skholé, nos ha pasado algunas veces que planificamos eventos o actividades, varias por pedido de las mismas familias, a las cuales muchas personas se inscriben y luego no asisten. La verdad eso se ha tornado algo no solo muy molesto y que afecta a nuestro trabajo y la dinámica de las demás familias sino que personalmente me ha cuestionado sobre el servicio que estamos brindando y si las familias realmente lo aprecian ya que luego de todo el trabajo de gestión y organización que hay detrás y luego de incluso confirmarlo a la final no asisten o no participan y lo que es peor en muchos casos ni siquiera nos avisan con tiempo la cancelación o la no participación, simplemente luego de confirmar no asisten.
Esto sucede por ejemplo con actividades preparadas del club URKU, en las citas de acompañamiento familiar, en varios talleres y las mentorías y también sucede en las actividades que las mismas familias organizan dentro de sus comunidades locales…¡nos dejan plantados!
Como mamá yo quiero que mis hijos sean chicos de palabra, que sean confiables que sean responsables de sus actos y que se sepan comprometer. Que si ofrecen algo sea porque de verdad lo van a hacer y no solo por quedar bien en el momento.
Hoy quiero hablar sobre el tema del compromiso. Es un tema complejo hoy en día, donde todo parece ser efímero o «light». Considero que la falta de compromiso a todo nivel es una de las grandes fallas que tenemos como sociedad. El compromiso va íntimamente ligado con la responsabilidad. Todo compromiso implica cierto grado de responsabilidad.
Se puede topar este tema desde varios puntos de vista o con distinta profundidad de compromiso. Por ejemplo el compromiso que implica el matrimonio, no será igual al compromiso de cumplir un trabajo a tiempo, o de asistir a un evento al que «prometiste». Pero en el fondo se reduce al mismo valor que vamos inculcando en nuestros hijos desde pequeñitos. No voy a hablar ahora de compromisos más profundos como el del matrimonio pero que nos quede de tarea por lo menos pensar cómo nuestra sociedad ha hecho de ese tipo de compromisos como el matrimonio también algo casi desechable.
Pero bueno, vamos a lo nuestro; recordemos que los niños aprenden sobre todo del ejemplo, de lo que nosotros como adultos modelamos. Entonces les pregunto ¿Qué tipo de ejemplo les estamos dando respecto a comprometernos con algo? Más sencillo: ¿Cumplimos lo que ofrecemos?
Aquí cabe muy bien esa cita de Lynn Lott que dice «si lo dice, dígalo en serio y si lo dice en serio, cúmplalo».
Pensando en temas cotidianos de crianza: ¿Cuántas veces como padres les hemos dicho a nuestros hijos que si no hacen tal o cual cosa se olviden de….(les dejo aquí para que completen ustedes mismo la frase)?. También les hemos hecho ofertas diciendo que si hacen tal o cual cosa les vamos a dar…(completen la frase).
Obviando el hecho que estos ejemplos implican premios y castigos y que, desde la Disciplina Positiva, planteamos no hacer uso de los mismos, nos sirven para llegar al punto y estoy muy segura que muchos de nosotros hemos usado esos «recursos» y la mayoría de esas veces nosotros no hemos cumplido. Podemos poner aquí excusas y explicaciones para haber faltado a nuestra palabra, pero lo cierto es que el mensaje que les podemos estar enviando a nuestros hijos es muy diferente al que realmente queremos.
Ellos podrían estar pensando que no pueden confiar en nosotros. Que nunca hablamos en serio. Que los adultos no son de fiar. Que se vale decir cosas y luego no cumplirlas, etc. Estas pequeñas creencias que se forman de niños, luego van a afectar no solo el resto de su infancia y adolescencia sino su vida adulta. Pueden convertirse en adultos que no son de palabra y que no logran mantener compromisos, adultos que te dicen algo para quedar bien pero que nunca están pensando en cumplirlo, o personas que no se comprometen porque no confían en nadie, en fin…
Seguro les ha pasado de alguien que ofreció hacer algo o asistir a algún lugar y luego no lo cumplió. Te dijeron que sí, tu confiaste y luego te fallaron. Te sentiste decepcionado, muy molesto, resentido y surgió la creencia de no poder confiar en nadie.
He escuchado por ejemplo que acciones como estas responden a algo cultural, que está en nuestra idiosincrasia, que la gente hace o dice eso para no «ofender al otro» para «quedar bien» y que en otros países o regiones no sucede. Puede ser, pero para el caso me da igual. El tener recelo de decir «no», «no puedo», «no quiero» abiertamente por no quedar mal, no es respetuoso. No podemos justificar una acción irrespetuosa con que es algo cultural. Los cambios culturales también suceden, más lento, pero suceden y se empiezan en casa y con uno mismo. Así que no es justificativo el tema cultural.
Vuelvo a preguntar ¿Qué ejemplo les estamos dando a nuestros niños? Cuando educamos en familia esperamos poder ser más conscientes de que cada cosa que hacemos trae un aprendizaje, en la educación y crianza nada es neutral, todo lo que hacemos y decimos o no hacemos y callamos, les deja un mensaje a nuestros hijos, que ellos interpretarán desde su propia lógica y luego actuarán en consecuencia. Nosotros no podemos influir directamente en las decisiones de nuestros hijos, pero sí podemos sentar un buen ambiente y modelar formas saludables y respetuosas de relacionarse con los demás. Podemos desde nuestro ejemplo inculcar el sentido de comunidad y la empatía.
Así les invito a reflexionar sobre cómo vivimos el compromiso en nuestra vida cotidiana, en nuestras relaciones: en casa como padres, con nuestros amigos y conocidos en la comunidad, y en el ámbito laboral también. ¿Qué es lo que ven nuestros hijos de nosotros? Y en términos de crianza qué herramientas estamos usando qué oportunidades les estamos dando a nuestros hijos para que desarrollen el sentido de compromiso que se requiere para ser buenas personas con un sentido comunitario que les ayude a prosperar.
Espero puedan comentar y escribirnos sobre sus experiencias respecto a este tema o nos cuenten anécdotas que puedan ilustrar este tema tan importante y que de paso nos den luces en Skholé para aprender a manejar mejor las actividades y propuestas de manera que los esfuerzos sean muy fructíferos y no caigamos en el desaliento que genera la falta de compromiso.
1 Comment
Es muy cierto y hasta vergonzoso lo que nos dice el boletín, pero es realmente importantísimo, yo lucho todos los días con este problema y no solamente con mi cultura sino tambien con la de mi esposo y hasta con la de mi familia, que muchas veces tambiën incumple sus ofrecimiento,,,ahora casualmente un tío de mi hija le ofreció regalarle algo si ella delataba a su papá pero el trato no fué cumplido, tuve que explicarle que a muchos de nosotros los adultos nos enseñaron a conseguir cosas con engaños pero que piense en cómo se siente el que es engañado para que ella lo entienda un poco mejor y no lo aplique en su vida, gracias a mis hijos que me recuerdan el compromiso, con la frase LO QUE SE PROMETE SE CUMPLE,,, sigo en este camino diario de ser la mamá que mis hijos necesitan.
saludos